domingo, 26 de julio de 2009

Las sillas

En casa de mi abuela las sillas están por todos sitios. No sé por qué, pero están siempre interrumpiendo el paso, o sujetando puertas que ni están abiertas ni cerradas. Hay muchas, porque mi abuela, que vive en un pueblo de Toledo, recibe a diario muchas visitas de vecinas.



Esta es la silla favorita de mi abuela. La deja ahí porque sí.



La casa es una casa de pueblo con una escalera. En verano siempre está en penumbra porque hace en torno a los 40 grados. En invierno siempre está puesto el brasero.



Hay un patio con macetas y un pozo, que de pequeña me daba mucho miedo porque está oscuro y no sabía lo que había dentro.



También tiene un desván, donde los primos nos metíamos de pequeños a jugar y a imaginar mundos más allá del calorazo de la meseta. Tenía baúles y libros. Está detrás de la cortina. Ahora no se puede subir porque el suelo es de madera y está carcomido.




En esta pila mi abuela lavaba la ropa con jabón hecho de aceite antes de tener una lavadora



Y esta es la parra del patio



Este fue mi sitio de veraneo durante muchos años, con manguera a falta de piscina, con lloros porque había que echarse obligatoriamente la siesta, con helado a partir de las doce de la noche sentados con las sillas al fresco.

viernes, 17 de julio de 2009

Camino Real de la Plata

A veces los periodistas perdemos la perspectiva de qué cosas son o no importantes. Suele pasar porque nos hacen estar demasiado tiempo subiendo y bajando en Internet los teletipos. Muchas veces son los jefes los que nos hacen perder el norte, centrados siempre en lo que pasa en Madrid o Barcelona, en Moncloa y el Congreso de los Diputados.

Esta es Carmen, tiene 51 años y no sabe que es la Operación Gurtel, ni dónde está el Palacio de la Moncloa, ni qué cargo tiene Pepe Blanco ni quién es Francisco Correa. Tiene 51 años pero su cerebro funciona como el de una niña. Vive con sus padres, muy mayores, en una venta en La Mancha que no tiene agua corriente. Como vecino tienen a un todopoderoso que ha construido una mansión con árboles tropicales y estatuas. Este terrateniente quiere expandirse aún más y robarles su vivienda heredada de siete generaciones. Para amedrentarles, les ha roto la tubería del agua, les ha matado a sus gatos y ha cortado el acceso a caminos públicos.



Este es Vicente, buen tipo. Ecologista y un luchador incansable contra el caciquismo que todavía impera en Castilla La Mancha en pleno siglo XXI y contra injusticias como la que sufre esta familia, que parece sacada de "Los santos inocentes" de Miguel Delibes.



La casa de Carmen y sus padres está al final de un camino rojizo y polvoriento de ocho kilómetros, casi en los confines del mundo, donde como te descuides atropellas con el coche a un cervatillo. El atardecer es muy bonito.




Y siguiendo camino, por el antiguco Camino Real de la Plata, se llega a la sierra de Córdoba. Allí, un grupo de hombretones quiere recuperar una vida que una vez tiraron por la ventana por culpa de las drogas. Muchos han pasado por prisión, tienen el cuerpo tatuado con el nombre de madres, hermanas y novias. Viven en una comunidad terapeútica, en un mundo que es el suyo, que puede parecer de locos pero que hay que respetar. Allí no se puede tomar más que media taza de café, o siete cigarrillos al día, hay que servir el pescado con el utensilio del pescado y la sopa con el cazo de la sopa.



Gracias a todos por vuestra valentía, por querer salir con nombres y apellidos y no con iniciales. Por dar la cara en las fotos y no pedir contraluces. Por no tener nada de lo que avergonzaros.

domingo, 5 de julio de 2009

Caminando entre peces




Esto es L' Oceanographic, en Valencia. Una rallada total, cientos y cientos de peces todos iguales dando vueltas. Dicen que los peces no tienen memoria, y eso hace que puedan estar nadando y nadando sin importarles nada. No se aburren, no se deprimen, no buscan otras distracciones. Memorizan las cosas dos segundos y después las olvidan.