sábado, 11 de abril de 2009

Las marchas racistas quedan impunes

Este es el comienzo de un reportaje del que estoy especialmente contenta...

La denuncia de que los neonazis campan a sus anchas por Madrid llega tanto de grupos antifascistas como de las ONG Movimiento contra la Intolerancia, SOS Racismo y asociaciones de inmigrantes Aesco. Todos coinciden en acusar a la Delegación del Gobierno de Madrid de permitir que el colectivo se manifieste sin problemas en la capital.

En el último año, al menos una decena de grupos de ultraderecha (Democracia Nacional, Falange o Movimiento Patriótico Socialista) han desfilado por las calles de la ciudad. Pese a que casi todas esas marchas terminaron en trifulca, la Delegación del Gobierno no tiene previsto un mayor control sobre estos grupos.

El último ejemplo es del sábado 28 de marzo en el Puente de Vallecas (Madrid). Medio millar de neonazis se manifestaron con permiso de la Delegación del Gobierno y del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, las instancias que tienen que dar su consentimiento a las protestas callejeras.

Los manifestantes llevaban bates de béisbol y cascos de la Policía, insultaron a inmigrantes, se burlaron de Carlos Palomino (vecino de Vallecas asesinado hace dos años por un ultraderechista) y entonaron lemas nazis. Todos estos actos están penados con la cárcel en el Código Penal, tanto por provocación al odio (Artículo 510) como por difusión de delitos de genocidio (Artículo 607).
Las ONG de defensa de los derechos humanos habían avisado del peligro de autorizar una marcha de ese tipo. Sin embargo, los agentes de la Unidad de Intervención Policial, los antidisturbios, encargados de vigilarla no identificaron a ningún manifestante de la ultraderecha. Sí detuvieron, en cambio, a una veintena de antifascistas que participaban en una contramanifestación.

"Los fascistas cruzaron la M-30 sin que nadie les parase. Mientras, vecinos de Vallecas eran cacheados y obligados a ponerse de cara a la pared", aseguran varios testigos. Además, los fascistas cambiaron sobre la marcha el recorrido que les había impuesto la Delegación del Gobierno y pasaron a propósito por Vallecas, el barrio donde vivía Palomino. Allí corearon gritos como: "¡Carlos, pardillo, devuélvenos el cuchillo!".

2 comentarios:

Sara Morante dijo...

Esto tiene algo que ver con la excusa #4 del post de arriba, no?
Petrificada me quedo, por cierto, petrificada.

Sara Morante dijo...

Perdón, excusa número 3. La número 4 es la mía.